domingo, 1 de junio de 2008

Una triste historia

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

«La prudencia es hija de la racionalidad.
La imprudencia huele a animalidad....»


Stephen Groce siempre trató de vivir al máximo con sus dos hijos y su esposa para que cuando él muriera su familia tuviera suficientes recuerdos de él. Hoy no sabe qué hacer, pues nunca pensó que él sería quien tendría que buscar recuerdos de su familia para poder seguir adelante.
Con el rostro impasible, ya sin lágrimas, pero con una profunda tristeza en la mirada, Groce le dio ayer el último adiós a su familia.
Se despidió primero de Dora, su esposa, con quien había contraído matrimonio a las siete semanas de haberla conocido y con quien estuvo casado nueve años. Recordó que el pasado 1 de agosto, fecha de su aniversario, decidieron celebrar en un restaurante de Montebello. Fue la última reunión familiar.
Habló después de Robert, de 8 años, su hijo a quien ayudaba a hacer las tareas y quien siempre le decía que quería ser luchador. Y por último, de su hija Catherine, de 4 años, la más pequeña y a quien tampoco podrá ver como veterinaria. "Ella adoraba a los animales", dijo el padre.
La esposa y los dos hijos de Groce fueron embestidos por dos vehículos el lunes pasado cuando se dirigían al doctor porque Catherine había tenido fiebre un día antes. Al llegar a la esquina de Elliott y Parkview, a una calle de donde vivían, dos carros impactaron su auto y éste ardió en llamas. Toda la familia pereció calcinada.
"No sé cómo he podido mantenerme estos días, pero trataré de vivir un día a la vez", expresó Groce.
El ahora viudo agregó que todavía no revela las fotos del último campamento que hizo con toda la familia al norte de California. "Fue nuestro último viaje juntos, la pasamos como nunca. Los niños en la playa y todos contentos. Eso es lo que se queda conmigo para el resto de mi vida".
El accidente conmocionó a toda la comunidad de El Monte, donde vivía la familia. Cerca de 150 personas, casi todas latinas, llegaron a la funeraria el día de ayer a ofrecer sus condolencias y su apoyo al esposo y padre de las víctimas.
Entre los asistentes se encontraban maestros, compañeros de escuela de los hijos, familiares, amigos y desconocidos, personal de la policía de El Monte y hasta el alcalde.
El apoyo de la comunidad fue tal que Andy Gorman, mejor amigo de Groce por 40 años y originario de Oregon, expresó que anteriormente tenía sus reservas con la comunidad latina con la que nunca había convivido, pero después de ver el gran apoyo ofrecido a su amigo, dijo haber cambiado de opinión.
"No sé qué decir con tanto apoyo de la comunidad, la verdad me sorprende. Nunca esperé algo así", expresó Gorman.
Ernest Gutiérrez, alcalde de la ciudad, indicó que hará todo lo que esté en su poder para hacer los cambios necesarios para que una tragedia así no vuelva a suceder.
Mientras tanto, en la esquina donde ocurrió el accidente, las personas no dejaban de visitar el altar colocado en honor a la familia. "Desde temprano hasta las 10 ó 11 de la noche, la gente no deja de llegar", expresó la dueña de la casa situada en ese lugar.
En la escuela preparatoria Mountain View, a unas calles del accidente, otro grupo de vecinos lavaba autos para ayudar económicamente a Groce y reunía firmas para exigir la instauración de topes y más presencia policiaca.
"Mucha gente, aunque no lava su auto, está haciendo donaciones para ayudar al padre con la tragedia", expresó Aracely Pérez, madre de cinco hijos y vecina preocupada por las constantes carreras de autos en la calle Parkview.
"Es muy triste que una tragedia de esta magnitud tenga que pasar para que la comunidad se una", expresó Pérez. "Pero es necesario hacer algo. Si esta tragedia no cambia las cosas, todos seguiremos siendo afectados porque las carreras en las calles seguirán".
Algunos vecinos del área indicaron que prácticamente a diario tienen problemas con las altas velocidades de los autos en la avenida Parkview, donde ocurrió el accidente.
Subrayaron que es una avenida donde el límite de velocidad es de 15 a 25 millas por hora por la escuela, pero los autos alcanzan hasta 60 y muchos de ellos no respetan las señales de tránsito. ¿Y la policía? Siempre llega cuando ya todo pasó, indicaron.
Desde el día en que la familia Groce pereció, en punto de las 7 de la noche, cerca de 50 personas se reúnen para rezar; además, ya se organizó una marcha que se efectuó el martes 16 de octubre, a las 5 p.m., que partirá de la esquina Parkview y Elliott al Ayuntamiento para exigir topes en las calles. La policía de El Monte se reunió el 23 de octubre en la esquina del accidente, a las 6 p.m., para ver cómo pueden trabajar con la comunidad

«Si cometemos imprudencias es porque no nos sabemos manejar. El hombre que es incapaz de ejercer control sobre sí mismo, está en inminente peligro de caer en o provocar una desgracia. Las cárceles están llenas de hombres que no supieron controlarse».

Una Navidad feliz

Fuente: Catholic.net
Autor: José Carrillo, E. C.

Aún recuerdo aquella víspera de Navidad de 1987. Hasta ese día yo asociaba las fiestas decembrinas con los regalos, las comilonas, las visitas de familiares que no siempre se llevaban bien y, claro, las borracheras. Mi idea de Adviento estaba íntimamente ligada con las vacaciones escolares y el trabajo “de esclavo” de limpiar la casa hasta que brillara como espejo, por aquello de las visitas. No se puede decir que la Navidad me llenara de júbilo precisamente. ¿El nacimiento del Salvador? Ah, sí, eso decían en la misa de gallo. Sólo que yo no iba.
Aquel año fue diferente. Acababa de incorporarme al grupo coral de mi parroquia (por conocer muchachas, claro está) y el apostolado social de ese año sería visitar la leprosería de Zoquiapan, en las afueras de la Ciudad de México. Escuchar la palabra lepra me causaba un escalofrío de repulsión y miedo. Afortunadamente aún no cumplía la edad mínima necesaria para poder ir, y por ese motivo no tuve que preocuparme de cómo decir que no. Pero mi Señor tenía otros planes.
Por razones que desconozco, el día que se hizo la lista de los que visitarían la leprosería, el director del grupo me preguntó si yo deseaba ir. Mi razón dijo no, pero de mis labios brotó un inexplicable sí. Lo que es peor, cuando me preguntaron mi edad mentí como un contrabandista para que me incluyeran en el grupo. Todavía hoy, cuando recuerdo ese episodio, sonrío con nostalgia y confío en que Dios haya visto con indulgencia ese pecado.
No recuerdo la hora de partida, pero sí recuerdo que el regreso estaba programado para las 13 horas. Por demoras absurdas (acabamos arrestados en una delegación) a esa hora apenas estábamos poniéndonos en camino. Hoy, cuando recuerdo lo que viví entonces, comprendo que en todo aquello estaba la mano de Dios.
Por fin llegamos. Hospital Pedro López. Cierro los ojos y aún veo las caras pálidas, los ojos espantados de mis compañeros de viaje. Yo mismo me sentía enfermo tan sólo por haber cruzado el portón de la leprosería. ¿Cómo sería ver de frente a un enfermo de lepra? Los antiguos mexica (el poderoso pueblo que habitó el Valle de México antes de la conquista) ya conocían esta enfermedad y le llamaban “ser comido por los dioses”. Cuando el director de la comunidad hospitalaria nos llevó a conocer las instalaciones y nos presentó a los primeros enfermos, comprendí que mis antepasados habían sido exactos en su descripción.
Los primeros leprosos que conocí ya no tenían dedos y a uno le faltaba la nariz. Y fue ahí, en esos rostros estragados por la enfermedad, en esas manos truncadas que permanecían a los costados, donde vi por primera vez en mi vida la grandeza de mi Señor. Porque esos enfermos me sonreían, felices de verme sano. “Gracias a Dios que los trajo con bien” dijo el más enfermo de todos, haciendo una pequeña reverencia a modo de saludo. En mi corazón sentí la voz de Jesús que me decía: “Estrecha mi mano lacerada”. Cuando lo hice el hielo se rompió y los visitantes empezamos a sentirnos como en casa.
Por lo avanzado de la tarde se hacía necesario abreviar la visita, de modo que fuimos por las cajas de despensa que habíamos reunido para los enfermos. También sacamos nuestros instrumentos y les cantamos la ronda en el atrio de su capilla. Fue cuando uno de ellos nos invitó a la Celebración Eucarística. La noche se nos venía encima y sin embargo no quisimos irnos sin escuchar misa. Yo sabía que en casa me aguardaba el castigo por llegar tarde, pero ya no me importó.
Fue una sorpresa saber que los enfermos tenían su coro, y cantaban bastante bien. El órgano lo tocaba uno de los doctores, pues eran pocos los leprosos que aún tenían dedos. Pero si uno cerraba los ojos bien podría estar escuchando el Coro de la Catedral de México. El sufrimiento, la pena, el egoísmo, la desesperanza, no tenían cabida en esa pequeña capilla cuando Jesús se hacía presente en el pan y el vino. Al darnos la paz todos los enfermos se abrazaron entre ellos y uno, llevado por el impulso, me abrazó fugazmente. Al darse cuenta de lo que había hecho, trató de apartarse pero yo lo estreché con mis brazos y apoyé mi cabeza en su hombro. No quería que se separara de mí.
Durante la comunión todos los asistentes (excepto nosotros los fuereños) entonaron magistralmente el Ave María de Schubert. Mientras escuchaba arrobado, una anciana en silla de ruedas y sin rastro de lepra, se acercó y me tomó la mano. Me acuclillé a su lado y ella posó su mano sobre mi cabeza y me agradeció el gesto que había tenido con su hijo, el enfermo al que había abrazado; luego me bendijo con ternura. Acabando la misa me explicó que ella no estaba enferma, pero que toda su familia la había abandonado al enterarse de la enfermedad de su vástago. Desde entonces ellos vivían juntos en ese oasis de paz y esperanza que era la leprosería.
Ese día aprendí que la cruz es como un hospital de leprosos. La imagen que tenemos de ella es aterradora, nos infunde miedo y repulsión. Es necesario conocerla, explorarla, abrazarla con fuerza, a fin de entender y sentir el amor que fluye en su interior.
No he vuelto a pasar una víspera de Navidad más feliz. Con el pasar de los años abandoné la casa paterna y en mis viajes misioneros más de una vez he pasado la Noche Buena en algún caserío apartado, sin amigos, con sólo tortillas y chiles para mitigar el hambre. Sin embargo, sentado a la mesa como invitado de honor, siempre ha estado mi Señor. Le hacemos presente con nuestras oraciones, nuestros cantos, nuestras risas, nuestro amor. Es entonces cuando comprendo a qué se refería Jesús cuando una vez señaló a los desconocidos que le rodeaban y dijo: “Esa es mi madre y ellos mis hermanos”.
En un mundo que ha olvidado el amor de Dios, en donde el aborto y la eutanasia se ven cada vez más como un derecho, donde el hermano mata al hermano, donde el hombre pega a su esposa, donde la juventud se pierde en una vorágine de alcohol y drogas, donde la Navidad subsiste sobre todo por los intereses económicos que mueve, es difícil sentirse alegre por esta fecha tan especial. Sin embargo mi fe y mi esperanza prevalecen, porque siendo un hombre injusto, ególatra, acomodaticio, casi ateo, una Noche Buena mi Señor me estrechó en Sus brazos y Su madre me bendijo. Claro, en la persona de dos desamparados. Pero como le manifestó Dios a San Pablo: “Te basta Mi gracia; Mi fortaleza se manifiesta en tu debilidad”.
Hoy, a casi 20 años de mi primer encuentro con Cristo, cada vez que escucho el Ave María de Schubert no puedo evitar que el corazón me salte de júbilo y los ojos se me llenen de lágrimas.

Todo el día

Por: V. Jestorio
Al final del día quedarán cosas sin terminar. Está bien. El mundo no va a detenerse sólo porque todos y cada uno de los puntos en tu lista de “cosas para hacer hoy”, no hayan sido tildados.
Seguro, es importante trabajar diligentemente para hacer lo que hay que hacer. Pero también es importante disfrutar cada paso a lo largo del camino. Si postergas tu descanso y disfrute hasta que todo esté hecho, jamás disfrutarás. Porque siempre quedará algo pendiente.
Por el contrario, si disfrutas cada momento, incluso bajo la presión de las "cosas pendientes", crecerá en ti una sólida confianza que hará que tus esfuerzos sean más efectivos.
¿Qué estás resignando, qué te estás perdiendo en tu inútil intento de "ponerte al día"? Recuerda, este día se irá pronto. Tu posibilidad de disfrutarlo es ahora. Relájate y vive intensamente cada precioso momento.
CON CARIÑO, ABUELO

Terjetas de crédito

Recomendaciones especiales

Por: Ban Gal

CASO 1
Un amigo fue al gimnasio y dejo todas sus pertenencias dentro de su casillero.Después del entrenamiento y una ducha, él salió y vio el candado de su casillero abierto y pensó, "que curioso, yo pensé que lo había cerrado".Él se vistió y simplemente reviso la cartera para asegurarse que todos estaban en orden. Todo parecía bien, todas las tarjetas estaban en su lugar y no faltaba dinero. Después de unas semanas, cuando recibió el estado de cuenta de una de sus tarjetas de crédito venían cargos por ¡¡¡¡ 140,000.00 pesos!!!! Llamó al teléfono de aclaraciones del banco y empezó a reclamarles que el no había realizado esas transacciones.
El personal del banco verificó que no había ningún Error en el sistema y le preguntó algunos datos de su tarjeta. Pero entonces cuando el sacó su tarjeta, comprendió todo, esa no era su tarjeta, en su lugar encontró una tarjeta de crédito ya expirada del mismo banco.
El ladrón irrumpió en su casillero en el gimnasio y cambió las tarjetas. El banco emisor de la tarjeta de crédito dijo que al no haber reportado el robo no se podía hacer nada, ya que las compras se habían hecho hacia bastante tiempo y él tendría que pagar esa cantidad. ¿Por qué el banco no hizo alguna llamada o verifico al tener esos consumos tan grandes? Porque se hicieron bastantes compras pero de cantidades pequeñas y eso raramente llama la atención de las compañías o tiendas que reciben las tarjetas, y al sumarse los consumos dieron esa cantidad. ¡Él tuvo que pagar por algo que no tiene!
CASO 2
Un hombre en un restaurante paga por su comida con su tarjeta del crédito. Le entregaron el recibo y él lo firmó, y la camarera doblo el recibo y puso la tarjeta de crédito dentro de el. Normalmente, él lo tomaría simplemente y lo pondría en su cartera o bolsillo, sin embargo, él echó una mirada sin querer y descubrió que era la tarjeta expirada de otra persona.
Él llamó a la camarera y ella parecía nerviosa. Ella tomo la tarjeta, se disculpó, y fue rápido hacia el cajero bajo la mirada atenta del hombre. Todo lo que la camarera hizo al llegar con el cajero fue entregarle la tarjeta expirada, y el, sin ninguna palabra de por medio, la tomo, la dejo bajo el mostrador y le entrego la tarjeta original del cliente. ¡Ningún intercambio de palabras, nada! Ella la tomó y regresó al hombre solo con una disculpa.
Asegúrese siempre que la tarjeta que pone en su cartera es suya. Revise siempre que firme por algo, que la tarjeta que le devuelven es la suya, aun cuando haya estado lejos de usted por un corto tiempo. Muchas personas apenas reciben la tarjeta de regreso y la guardan asumiendo que es la suya.
¡POR SU PROPIO BENEFICIO, DESARROLLE EL HÁBITO DE VERIFICAR SU TARJETA DE CRÉDITO CADA VEZ QUE LE HA SIDO DEVUELTA DESPUÉS DE UNA TRANSACCIÓN!
CASO 3
Ayer yo entré en una pizzería para recoger una orden que había hecho por teléfono. Pagué usando mi Tarjeta de Cheque de Visa que, claro, se une directamente a mi cuenta corriente. El joven detrás del mostrador tomó mi tarjeta, la deslizo por el aparato y la puso bajo el mostrador mientras esperaba la respuesta de la aprobación, que es el procedimiento normal, pero mientras tanto, el tomo su teléfono celular y comenzó a marcar. Yo noté que su teléfono era del mismo modelo que el que yo tengo, pero nada parecía fuera de lo normal. Entonces, escuche el "clic" que se escucha en mi teléfono al tomar una foto. Él me devolvió entonces mi tarjeta pero mantuvo el teléfono en su mano y continuo apretando los botones. Entretanto, yo me quede pensando y preguntándome a que le había sacado una foto. Discretamente mire bajo el mostrador y no había nada, me di cuenta que lo único que hubo en ese lugar fue mi tarjeta de crédito, y puse atención a lo que el seguía haciendo.
Él puso su teléfono en el mostrador e inmediatamente después se escucho el sonido que indica que el mensaje multimedia ha sido enviado. Ahora me parece mas claro y estoy seguro que este muchacho sacó una foto de mi tarjeta de crédito y se la envió a alguien. Inmediatamente cancelé esa tarjeta al salir de la pizzería. Días después me llamaron del banco para decirme que alguien estaba tratando de hacer transacciones vía Internet con mi cuenta.
Que hubiera pasado si yo no tuviera un teléfono igual al suyo, nunca me hubiera dado cuenta de lo que hizo Siempre que usted use sus tarjetas tome precauciones y no sea descuidado, estos son solo algunas de las formas de hacer fraude con tarjetas de crédito. Yo ya he sido una víctima de fraude de tarjeta de crédito y, créame, no es divertido. La verdad es que ellos no pueden hacer nada si usted tiene cuidado, pero no lo haga fácil para ellos.
ENVIE ESTO A TANTAS PERSONAS COMO PUEDA. ¡CORRAMOS LA VOZ! SIMPLEMENTE SEAMOS MAS CONSCIENTES Y CUIDADOSOS.

Navidad

Por: Querien Vangal

Siendo Dios Omnipotente, fuerte, Majestad...se hace bebé, débil, necesitado, pobre, indefenso, digno de compasión, con ojos para llorar y reír, con manos para trabajar, con cuerpo para sufrir, con corazón para compadecerse de nosotros, los hombres. ¿No es esto locura? Si locura es exceso de algo, desconcierto, el salirse uno de sus casillas...aquí en Belén Dios salió de sus casillas divinas para tropezarse con la choza, pobre y necesitada, del hombre.
Locura precisamente porque cuando el mundo estaba en grave descomposición, en grave crisis moral (libertinaje), en grave degeneración, en un auténtico colapso espiritual (basta leer el inicio de la carta a los romanos para darnos cuenta de cómo estaba el mundo antes de que Cristo viniese por vez primera), es en ese momento cuando aparece en nuestra pobre historia humana el sol naciente que venía a enterrar ese ocaso ya descompuesto y en putrefacción. Y no sólo crisis moral, sino también social (ociosidad: en las mañanas se dedicaban a recibir visitas, a hablar de todo y de nada), gimnasia, sauna o baño y una comida de lujo); crisis económica (auténtica bancarrota, debido al placer y al lujo).
Locura también porque viniendo como Médico divino a sanar a un gran enfermo, la Humanidad...este enfermo no le abre las puertas, no le acepta en su mesón, no quiere saber nada de El, y prefiere que el cáncer que le carcome por dentro siga galopando hasta matarle el alma.
Locura porque viniendo el Mesías por tanto tiempo esperado, nadie le reconoce, pues se presentó en ropa de pordiosero.
Locura porque siendo Rey, viene en plan de mendigo, pidiendo un trozo de tierra para nacer, un latido de mujer, unos brazos que le sostengan, unos labios que le besen...y nace en un pesebre, una posada indigna para un Dios, pero al parecer más digna que el corazón de los hombres.
Locura porque siendo Pastor amoroso, encuentra que sus ovejas no sólo están dispersas, sino que siguen la voz de otros pastores que son ladrones y salteadores que les han manchado y robado el alma, pero que les han prometido paraísos de muerte.
Locura porque viniendo como Luz verdadera, los hombres prefirieron las tinieblas para seguir haciendo sus perversas obras.
Locura porque viniendo como Manjar y alimento, los hombres disfrutaron de los alimentos corruptibles que les dejaban más hastiados.
Locura porque precisamente cuando el hombre vivía en su más atroz egoísmo, personificado en el tirano Herodes y en los ingratos posaderos de Jerusalén y en la inconsciencia de casi todos los humanos...Dios viene a darnos su corazón, pedazo tras pedazo. Pedazo en Belén; el primer latido del Hijo de Dios. Pedazos en Nazaret. Pedazos en la vida pública. Y el último latido en el Calvario.
El único motivo que movió a Dios a hacerse hombre fue el amor. No, no pudo ser el pecado, porque de una causa tan horrible (el pecado) no podía brotar un efecto tan extraordinario y generoso (la Encarnación del Hijo de Dios). La causa fue el amor; y la ocasión para que Dios manifestara una vez más ese amor que le desbordaba su corazón fue el pecado de los hombres. Quiso, por puro amor, sin estar obligado a nada, salir a la reconquista del hombre, pues El había venido a llamar a los pecadores.
Y ese amor de Cristo en la Encarnación y durante toda su vida fue:
1. Incomparable y único porque nos ama con todo su corazón. No ama como hacemos los mortales, "a ratos". Incomparable, porque nada hay que se pueda comparar con este misterio: un Dios que se hace pequeño. Único, porque como Dios nadie puede amarnos nunca.
2. Amor sanante porque viene a cubrir nuestras miserias, a condescender con nuestras fragilidades, a perdonar nuestros más hondos pecados. A pesar de que había una distancia infinita entre Dios y el hombre, entre el ser y la nada, entre la santidad y el pecado...sin embargo, para el amor no hay distancias ni obstáculos invencibles. Tanto se abajó el Hijo de Dios al hacerse hombre que san Pablo no vacila en llamar a este misterio no sólo destrucción sino auténtico aniquilamiento: "exinanivit, formam servi accipiens": tomando la forma de siervo.
3. Amor elevante porque no sólo limpia, sino que diviniza; no sólo perdona, sino que da la fuerza para auparnos a besar a Dios, a abrazarle, a acunarle. Sabemos por la sana filosofía que el amor cuando nace tiende irresistiblemente hacia la unión espiritual con el amado; y ese amor, cuando se consuma no es otra cosa que esa misma unión. Ahora bien, como el hombre no podía elevarse por sí mismo hacia Dios y abrazarle, entonces tuvo que ser el mismo Dios quien se agachó a nosotros, como contaba el filósofo chino. Pero al agacharse, Dios no perdió nada ("Siendo El de condición divina...", Fp 2,6).
Navidad: desbordamiento del amor de Dios al hombre. Locura del amor de Dios. Si queremos que haya Navidad en nuestro corazón no tenemos otra cosa que hacer que abrir el corazón y aceptar esa invasión del amor de Dios. Ojalá que también nuestro amor a El y a nuestros hermanos tenga algo de locura, porque nos damos sin medida, sin tasa, sin regateos, sin tacañerías.
Pidamos la locura del amor. Tenemos que incendiar este mundo y hacer de él un inmenso manicomio espiritual donde sólo tengan visado los apasionados y locos por Cristo y por el Reino.

Relación familiar

Por: Querien Vangal

La relación que existe entre familia y paz es profunda. Tan profunda que cada familia puede convertirse en fuente de concordia mundial o en inicio de nuevas tensiones en un planeta hambriento de justicia y de perdón.

El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para la Jornada mundial de la paz (2008), habla precisamente de la familia humana como “comunidad de paz”. Vale la pena considerar algunas ideas que ofrece este mensaje sumamente actual.

La familia, explica el Papa (n. 3), permite experimentar “algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo”.

Por eso, lo mejor que puede hacer cualquier estado es proteger y promover la institución de la familia. Al revés, un estado avanza hacia la violencia y la injusticia cuando daña o incluso destruye el núcleo fundamental, el “nido” (así llama el Papa a la familia) donde se aprende a vivir para la paz (cf. nn. 3-5).

Benedicto XVI enumera algunos de los peligros que van contra la paz al atentar contra la familia: “todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz” (n. 5).

La familia merece, por lo tanto, ser tutelada, también en aspectos tan importantes como la vivienda y la educación. Señala el Papa cómo cada familia “tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos” (n. 5).

Después de hablar de la familia a nivel global, en su relación con el ambiente y con la vida económica, Benedicto XVI evidencia la importancia de reconocer y aceptar la norma moral como camino hacia la paz en todos los niveles. “Una familia vive en paz cuando todos sus miembros se ajustan a una norma común: esto es lo que impide el individualismo egoísta y lo que mantiene unidos a todos, favoreciendo su coexistencia armoniosa y la laboriosidad orgánica” (n. 11). Este principio, que vale para la familia, vale también para las sociedades y para la humanidad:

“¿Existen normas jurídicas para las relaciones entre las Naciones que componen la familia humana? Y si existen, ¿son eficaces? La respuesta es sí; las normas existen, pero para lograr que sean verdaderamente eficaces es preciso remontarse a la norma moral natural como base de la norma jurídica, de lo contrario ésta queda a merced de consensos frágiles y provisionales” (n. 12).

Las partes finales de este mensaje constituyen una invitación apremiante a trabajar por la paz en aquellas regiones de la tierra que sufren por culpa de la violencia y de la guerra, así como a relanzar el desarme, especialmente respecto de las armas nucleares.

A la vez, el Papa recuerda los importantes aniversarios que jalonan el año 2008: 60 aniversario de la Declaración universal de los derechos humanos (1948), 40 aniversario de la primera Jornada mundial por la paz (1968), 25 aniversario de la Carta de los derechos de la familia (1983).

La paz del mundo se construye desde la paz que nace de las familias. Todos podemos poner algo de nuestra parte. Todos podemos acoger la invitación que el Papa dirige “a todos los hombres y mujeres a que tomen una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera” (n. 15).