Por: Mario Benedeti
Cuando éramos niños,
los viejos tenían como treinta,
un charco era un océano,
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego, cuando muchachos,
los viejos eran gente de cuarenta,
un estanque era océano,
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos,
los ancianos estaban en cincuenta,
un lago era un océano,
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora, veteranos,
ya le dimos alcance a la verdad.
el océano es por fin el océano,
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
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