CALLAR, sobre la propia persona, es humildad.
CALLAR, sobre los defectos de otro, es caridad.
CALLAR, cuando se está sufriendo, es heroísmo.
CALLAR, ante el sufrimiento, es cobardía.
CALLAR, ante la injusticia, es flaqueza.
CALLAR, cuando otro habla, es delicadeza.
CALLAR, cuando otro espera una palabra, es omisión.
CALLAR, y no hablar palabras inútiles, es penitencia.
CALLAR, cuando no hay necesidad de hablar, es prudencia.
CALLAR, cuando Dios no habla al corazón, es silencio.
CALLAR, ante el misterio que no entendemos, es sabiduría.
CALLAR, cuando en la oscuridad de la noche buscamos a Dios y no lo encontramos, es porque no buscamos en nuestros corazones.
RECUERDA QUE ÉL JAMÁS ABANDONA A LOS HIJOS.
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