viernes, 27 de noviembre de 2009

Sucedió en Chicago, Illinois, U.S.A.

Por: Henry G. Duke

Esta es una historia verídica


En 1986 Peter Davies vacacionaba por Kenya, tras graduarse de Northwestern University.

En una caminata a través de la sabana, se encontró con un joven elefante macho que estaba parado con una pata alzada en el aire.

El elefante parecía molesto, así que Peter se acerco sigilosamente. Se hinco, analizo la pata del animal y encontró una enorme astilla de madera incrustada.

Peter saco su navaja y, con todo el cuidado del mundo, retiro poco a poco el enorme trozo de madera. Al terminar, poso la pata del elefante sobre el suelo.

El elefante volteo para encarar a aquel hombre y con una mirada un tanto curiosa lo miro fijamente durante algunos muy tensos instantes.

Peter estaba helado, pensando solamente en el fatal destino que le esperaba. Finalmente, el elefante dio un sonado barritazo, se dio la vuelta y se marcho. Peter nunca olvido a aquel elefante, ni los sucesos de ese día.

Veinte años después, Peter paseaba con su hijo adolescente por el zoológico de Chicago. Conforme se acercaban al recinto de los elefantes, uno de los animales volteo y se acerco lo mas que pudo a donde estaban Peter y su hijo Cameron. El elefante subía su pata derecha, la mostraba y la posaba en el suelo repetidamente. Después soltó un gran barritazo, mirando fijamente a Peter en todo momento.

Añorando su encuentro de 1986, Peter no pudo evitar pensar que este era el mismo elefante, entonces se armo de valor, trepo por el barandal, se metió al recinto de los elefantes y camino directamente hacia el.

El enorme paquidermo de nuevo lo miro fijamente, volvió a barritar, envolvió con su inmensa trompa una de las piernas de Peter, lo levanto en el aire e inmediatamente lo azoto contra el barandal, matándolo en el instante.

Seguramente no era el mismo chingado elefante.

Moraleja: No creas todas las historias que te mandan por correo.

El estúpido de Peter murió por pendejo. ¿A quien chingados se le ocurre meterse donde hay un montón de elefantes?


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«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»

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