jueves, 16 de septiembre de 2010

EL REY MIDAS I


Por: Dimas

Había una vez un rey muy bueno que se llamaba Midas. Sólo que tenía un defecto: que quería tener para él todo el oro del mundo. Un día el rey midas le hizo un favor a un dios.


El dios le dijo:


-Lo que me pidas te concederé.


-Quiero que se convierta en oro todo lo que toque - dijo Midas.


-¡Qué deseo más tanto, Midas! Eso puede traerte problemas, Piénsalo, Midas, piénsalo.


-Eso es lo único que quiero.


-Así sea, pues - dijo el dios.


Y fueron convirtiéndose en oro los vestidos que llevaba Midas, una rama que tocó, las puertas de su casa. Hasta el perro que salió a saludarlo se convirtió en una estatua de oro.


Y Midas comenzó a preocuparse. Lo más grave fue que cuando quiso comer, todos los alimentos se volvieron de oro.


Entonces Midas no aguantó más. Salió corriendo espantado en busca de dios.


-Te lo dije, Midas - dijo el dios-, te lo dije, Pero ahora no puedo librarte del don que te di. Ve al río y métete al agua. Si al salir del río no eres libre, ya no tendrás remedio.


Midas corrió hasta el río y se hundió en sus aguas.


Así estuvo un buen rato. Luego salió con bastante miedo. Las ramas del árbol que tocó adrede, siguieron verdes y frescas. ¡Midas era libre!


Desde entonces el rey vivió en una choza que él mismo construyó en el bosque. Y ahí murió tranquilo como el campesino más humilde.



Cuento mitológico





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