sábado, 2 de febrero de 2008

¿Qué pasa con los oprecios?

Fuente: Yoinfluyo.com
Autor: Arturo Damm


Mucho se ha dicho, en estos últimos días, acerca del alza injustificada de precios, y no han faltado quienes se han manifestado en su contra, no del sustantivo -alza-, sino del adjetivo -injustificada-, lo cual nos plantea la siguiente pregunta: ¿cuándo resulta injustificada el alza de algún precio?

Lo primero que hay que tener presente, para responder, es que en el mercado los seres humanos actuamos de manera egoísta, y a las pruebas me remito: ¿cuándo fue la última vez que usted, lector, en su calidad de consumidor, compró algún bien o servicio, no porque con el mismo usted fuera a satisfacer una necesidad, deseo, gusto o capricho, sino por ayudar al oferente?

¿Y cuándo fue la última vez que, como oferente de algún servicio o bien, usted lo vendió a un precio menor que su costo, ¡incurriendo en pérdidas!, con el fin de beneficiar al consumidor? Y si de vez en cuando, como consumidor u oferente, usted actúa de manera altruista, ese tipo de actuación es la excepción, no la regla.

En el mercado, los seres humanos actuamos de manera egoísta, lo cual quiere decir que intentamos comprar al menor precio posible y vender al mayor. Procuramos maximizar la utilidad, ya sea del consumo, ya de la producción, pero siempre con la aprobación de la otra parte, el consumidor en el caso del oferente, el oferente en el caso del consumidor. ¿Qué quiere decir esto último? Lo explico:

Supongamos al oferente de alguna mercancía quien, con el objetivo, ¡por demás egoísta!, de aumentar su ganancia, incrementa el precio de la misma. ¿Qué sucederá con el consumo? Una de dos: seguirá igual o disminuirá. Si sigue igual, los consumidores justificaron el aumento de precio y el oferente acertó. Por el contrario, si el consumo disminuye, los consumidores no justificaron el incremento, lo cual quiere decir que el oferente erró, error que deberá corregir. ¿Cómo? Reduciendo el precio.

¿Qué es lo que no debemos pasar por alto? En primer lugar, que lo único que el oferente puede hacer es aumentar el precio, pero no obligar al consumidor a que compre a ese precio mayor, ¡ni siquiera en el caso de un monopolio que ofrece una mercancía de primera necesidad! En segundo término, que si el consumidor está dispuesto a pagar el mayor precio se debe a que, aún así sale ganando del intercambio, espera estar mejor después de haber consumido esa mercancía que con cualquiera otra de las opciones de consumo o de ahorro a las que podría haber destinado esa cantidad de dinero.

Si el consumidor está dispuesto a pagar un precio mayor, ¿se justifica el aumento del mismo, aún cuando ese incremento sea consecuencia, no de un aumento en el costo de producción, sino del afán del oferente de ganar más, es decir, de su egoísmo?

Supongamos que el gobierno decide no permitir ningún incremento de precios por motivos egoístas. Primera pregunta: ¿cómo sabe que el aumento se debe a ese motivo y no, por ejemplo, a un incremento en los costos de producción? Segunda pregunta, y más importante: ¿quién es el gobierno para prohibirle a los oferentes intentar vender su mercancía al precio que crean les permitirá maximizar su utilidad, sobre todo si ellos no pueden obligar al consumidor a comprar a ese nuevo precio, siendo estos los que deciden si lo hacen o no?

Dicho todo lo anterior, ¿cuándo el aumento de precios resulta injustificado? Cuando el consumidor no está dispuesto a comprar a ese precio mayor. ¿En ningún otro caso? En ninguno.



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