Era un invierno mucho muy duro en la Ciudad de Nueva York. Nevaba, como decimos los mexicanos, a destajo. Una viejecita estaba sentada en la banca de un parque, frente ala pista de patinaje, estaba triste, muy triste, recordando quizás a su descendencia, reviviendo la etapa en que eran bebés. En eso se acercó un viejecito y le dice:
-- “Mira mi amor, cierra los ojos, transpórtate en el tiempo e imagínate que estas viendo a nuestros hijos, cuando los traíamos de chiquilines a patinar”
Así la viejecita cerró los ojos y se transportó al mundo de la imaginación y vió y sonrió llena de felicidad:
¿Qué fue lo que vió?
-- “Mira mi amor, cierra los ojos, transpórtate en el tiempo e imagínate que estas viendo a nuestros hijos, cuando los traíamos de chiquilines a patinar”
Así la viejecita cerró los ojos y se transportó al mundo de la imaginación y vió y sonrió llena de felicidad:
¿Qué fue lo que vió?
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