martes, 25 de diciembre de 2007

Guiones personales


Por: Antero Duks


Existen paradigmas personales que nos atrapan en esquemas mentales que en forma similar a un túnel no nos permiten ver a los lados otras perspectivas de la vida, los llevamos como dogmas que muchas veces nos hacen intolerantes, y nos creemos poseedores de la verdad.
Por ejemplo, hay quien juzga a los demás desde su muy particular autobiografía, y lo que a él le sucedió se convierte en una profecía para los demás; hemos hecho de algunas creencias verdaderas aberraciones, por ejemplo, el creer que solamente nuestra religión es la verdadera, y bajo este esquema se han materializado los peores crímenes.

El creer que el color de la piel determina la dignidad del ser humano y en otros tantos que en la cotidianidad se convierten en una forma natural de actuar, como es el caso de aquella persona que nos comenta que se acaba de divorciar, nuestra primera reacción es de rechazo, "por supuesto, hizo lo inadecuado", pero un instante después nos comenta que su mujer se fue con otro y en ese momento nuestro sentimiento de rechazo se convierte en comprensión, pero nuestra primera reacción fue de acuerdo con el paradigma que teníamos grabado: "Nunca te divorcies", y así, a través de nuestra existencia hemos recibido de nuestros padres patrones a cumplir:

Los hombres no lloran.

No confíes en los demás.

Todos quieren abusar de ti.

Las mujeres nunca deben salir con un divorciado.

Todos a los que das la mano, quieren tomarte el pie.

La única religión verdadera es la tuya; los demás son infieles.

Sé siempre obediente.

Compite contra los demás.

El trabajo es cansado y agotador.

Etcétera.

Hemos recibido en forma hereditaria un programa para vivir la vida y otros más los hemos integrado a nuestras convicciones a través de nuestra propia experiencia y circunstancias, y así, quien ha fracasado en su relación de pareja llega a aberrantes conclusiones:

Todos los hombres son infieles.

No confíes en mujer alguna, todas son iguales.

A la gente sólo le interesa tu dinero.

Todos los seres humanos son vanidosos y ególatras.

Etcétera.

Y convertimos esto en nuestros parámetros. Para existir es necesario romper con estos esquemas, evaluarlos y, si es necesario, destruirlos para estar en posibilidades de escribir nuestro propio programa para existir, a través de la reflexión, la cultura y a la luz de nuestros valores podremos cambiar nuestros paradigmas personales.

Cuando tenemos los principios correctos y poseemos los valores universales, tenemos la certeza de la verdad, aquellas directrices que han demostrado a través del tiempo que son derechos universales, por ejemplo, todos los seres humanos somos iguales; el amor, la ética, la libertad, son valores que han trascendido por siempre. El analizar los sucesos y los casos desde otro punto de vista nos dará la posibilidad de evaluar nuestros propios paradigmas, y si logramos modificarlos por otros superiores nuestros actos subsecuentes se verán afectados por nuevas convicciones, éstos son inseparables de la persona y en la forma que vemos los acontecimientos, los cuales están íntimamente interrelacionados con lo que somos, es más, son tan poderosos que a través de ellos juzgamos al mundo.

Cuando logramos reconocer los guiones incorrectos, los paradigmas equivocados, las creencias absurdas que están dentro de nosotros, podemos empezar a escribir nuestra propia historia a la luz de los nuevos paradigmas; para tal efecto tenemos que aprender a analizar nuestra propia mente y distinguir qué guiones son los adecuados y cuáles no, es conquistarse y construirse a sí mismo.

Como familia, debemos darle a nuestros hijos los más sólidos principios, en similitud a un árbol con profundas raíces y unas alas tan poderosas que como las águilas puedan libremente volar, que puedan estar por encima de los guiones retrógrados y negativos, y usted debe estar consciente de que los paradigmas que recibió los puede ahora cambiar y no volverlos equivocadamente a heredar. Si no cambiamos la esencia de muchos de nuestros pensamientos nunca podremos en realidad cambiar, y por lo tanto no podremos evolucionar.

noviembre de 2003

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