viernes, 21 de diciembre de 2007

Un cubano en México

Fuente: La que está en La Alameda
Por: Señora Doña Matancera


Silvio García es un cubano, alegre y jacarandoso como todos sus paisanos. Cierto día, fastidiado de la adoración al Comandante Fidel, se animó a subirse en una balsa y emprenderla, como todos lo que lo han hecho, rumbo a Florida. Pero resulta que le falló el cálculo y vino a desembocar a las costas mexicanas.

-- “Bueno chico, pue que le vamo hacé, ya ni modo”. Se dijo para sí mismo.

Tras varios días de peripecias, finalmente llegó el buen Silvio a la capital mexicana.

-- “Oye chico, mira que eto ta’norme, te traga eta ciudá”. Volvió a decir para sí mismo.

Se alojó en un hotelucho por el barrio de la Merced. Durmió como lirón (Mamífero roedor muy parecido al ratón, de unos tres decímetros de longitud, de la que casi la mitad corresponde a la cola, con pelaje de color gris oscuro en las partes superiores, blanco en las inferiores, espeso y largo, principalmente en aquella. Vive en los montes, alimentándose de los frutos de los árboles, a los que trepa con extraordinaria agilidad, y pasa todo el invierno adormecido y oculto)-

A la mañana siguiente, como a eso de las 7 AM se levantó y salió sin rumbo, sólo con la intención de conocer bien la ciudad, así que se dispuso a caminar y caminar, pero primero, sintiendo que el estomago se le retorcía de hambre, se paró en un puesto callejero en donde se despachó unos tacos de buche y nana, con un café bien caliente.

Ya con el estomago calmado, se arrancó a caminar. Camino y caminó, hasta que, ya cerca de las tres de la tarde, ya sintió el cansancio y se dijo a sí mismo:

-- “Caramba chico, mira que he caminado. Bueno, creo que voy a tomar la gua-gua (léase autobús) porque ya etoy cansao chico”.

Así es que preguntó a un transeúnte donde podía abordar uno autobús y se paró en la esquina que le indicó.

Pasados uno cuatro o cinco minutos vio venir un autobús, le hizo señas para que se parara. Cuando estuvo detenido el autobús, precisamente frente a él, le preguntó al operador:

-- “oye chico, ata donde va eto”.

El operador le contestó:

-- “A Tacuba”

Muy sorprendido Silvio, le preguntó:

-- ¡¿Cómo?!, ¡¿Ata’llá?!

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