sábado, 8 de diciembre de 2007

Restaurante "El Vate"

Por: Vate

Para inaugurar este Blog nada mejor que el buen humor, con el objeto de contrarestar la seriedad, contratiempo o amargura que puedan causar los artículos diversos que se acostumbran en esta época, trátese de lo que se trate. pues bien relato lo que a un turista del montón que deambulaba por la provincia plácidamente por nuestra típica provincia.

«Un día cualquiera llegó un ciudadano cualquiera (nuestro héroe del cuento) a un restaurante, pero éste si no cualquiera, llamado “El Vate”, en honor a Salvador Díaz Mirón, conocido como: “El Vate Jarocho”, y sí, ya adivinó usted, el restaurante estaba --lo cerraron después del escándalo que armó nuestro héroe del cuento-- ubicado precisamente en el Puerto de Veracruz.

Llegó pues nuestro ciudadano en compañía de una muy queridísima amiga y de su compadre --del ciudadano obviamente--, pidió una mesa para tres y los acomodaron en un rincón un poco apartado del bullicio --claro, esto fue porque no había otra mesa desocupada no porque el capitán (de meseros no de navío) haya sido mal o bien pensado (según se quiera ver).

Ya sentados, se acerca el mesero y les pregunta si quieren ordenar, pero les aclara que tienen que hacerlo en verso pues es la norma del lugar. Nuestro héroe se queda extrañado, como no sabiendo que hacer o que decir, por lo que el mesero, en un tono un tanto burlón, le dice: “mire, fíjese en la mesa que está a lado y oiga bien como va a ordenar el señor que está sentado en ella”. Se voltea y pone todo oídos en lo que su vecino de mesa dice:

"Por favor señor mesero,
espero que nos atienda con esmero;
para mi esposa amada
que viene indispuesta,
sírvale usted una ensalada
para que duerma la siesta.
Y a mi, que me duele la cabeza,
déme usted una cerveza.”

Nuestro héroe se queda pensativo un rato, se voltea a ver al mesero --quien lo mira con un dejo burlón--, se hecha para atrás en la silla y le dice:

“Mire usted mesero cabrón,
a mi sírvame una carne al carbón
a mi pinche amiga,
que le duele la barriga,
sírvale un té de manzanilla,
a mi querido compadre
sírvale unos chiles en vinagre,
y de paso vaya usted y chingue a su madre”

Después de esto obviamente se armó la gresca, llegó la policía y clausuraron el restaurante, desde entonces la gente que le gusta los versos ya no tienen adonde ir y así fue que empezó a tener clientela el café de “La Parroquia”. La gente no deja de preguntarse ¿por qué estando precisamente en el bien hablado puerto jarocho, el mesero no aguantó una mentada de madre?, pero pues ni modo, así es la vida».

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